La vida del hombre es rica en ritmos. No solamente juegan un importante papel en todos los procesos vitales, sino también en los procesos cognoscitivos. Cada cambio rítmico es al mismo tiempo un proceso de transformación.
El ritmo es salud, es vida y a través de él sanamos nuestro cuerpo. El ritmo es un estado de contrastes entre el pensamiento y la memoria ya que están dentro de unos ciclos rítmicos.
Los niños tienen una conciencia del tiempo muy distinta a la del adulto. La introducción del concepto del tiempo se hace poco a poco, mediante el ritmo. Por ejemplo, para un niño ‘Ir a Dormir’ tiene un ritmo, como puede ser: Baño – Cena – Cuento- Dormir.
Por lo que los ritmos bien diferenciados crean vitalidad y fortaleza para el niño. Digamos que en Waldorf no hay ‘horarios’ sino ritmos diarios, semanales, mensuales y anuales.
Un armonioso desarrollo del niño mediante el ritmo en las actividades, es como una respiración, (expansión, contracción), le da seguridad al niño, quitándole así́ la ansiedad que provoca el no saber qué haremos después, el famoso “¿y ahora que hacemos?” de todos los niños…
Una parte muy importante del ritmo es el juego libre, aquí el niño expresa sus sentimientos, desarrolla su creatividad, asimila y acepta el mundo que le rodea.
Debemos aclarar que ritmo no es rutina, ya que la rutina es siempre lo mismo cada día y el ritmo contiene una estructura básica en donde existen pequeños cambios, teniendo en cuenta también el ritmo semanal y el ritmo anual.
El ritmo semanal fortalece el pensamiento, el sentimiento y la voluntad.
Damos mucha importancia al ritmo semanal, por lo que asignamos a cada día de la semana, alguna actividad, una labor principal (hacer el pan, acuarela…) y un menú establecido. La idea del ritmo semanal les ayuda mucho a situarse temporalmente.
El ritmo mensual consolida las funciones vitales del pensamiento, la conciencia y la memoria del niño.
Es por ello que en Casa Nido Semillas, cada 4 semanas hay cambio de temas, las mesas de estación cambian de color y de objetos. También hay nuevos juegos de palabras, las rondas cuentan nuevas historias, el ambiente está dispuesto para un cambio. Este es el ritmo mensual, el que marca las temáticas principales.
Por ejemplo, se suele trabajar un cuento durante 4 semanas y ayuda a fortalecer el desarrollo de la memoria del niño.
El ritmo anual lo marcan las fiestas del Año y las características más destacadas de las estaciones. Acompañar el ritmo de las 4 estaciones favorece el vínculo con la naturaleza y la confianza en la vida. Así como los ritmos diarios aportan seguridad, también lo hacen los ritmos anuales de la naturaleza. Ayudan a confiar en los procesos de la vida, en su cualidad cíclica. Las flores se van, pero al año siguiente renacen, esto aporta una confianza en la vida, mucho más profunda de lo que imaginamos. También en la vida nos encontramos con épocas tormentosas y épocas de cálido sol, épocas de soledad y frío interior, y épocas de euforia. El aprendizaje de las estaciones se queda profundamente impregnado en el inconsciente y además de confianza, aporta paciencia. Saber que las cosas tienen su tiempo, saber que después de la tormenta sale el sol, que después del invierno viene la primavera, ayuda a confiar en que todo llega a su tiempo. También nos enseña a que si preparamos la tierra y sembramos, la semilla brota y florece.
Según Tamara Chubarovsky el ritmo garantiza salud, armonía, bienestar y seguridad por ello deberíamos ayudar a los niños a entrar en los ritmos del día y la noche, aquellos que ayudan a regular el sueño y la vigilia, los tiempos de alimentación y ayuno, de estar dentro y estar fuera. También debemos acompañarlos para ir regulando los ritmos sociales y atencionales, que están relacionados con la capacidad de estar solos y estar acompañados, de estar quietos y estar en movimiento, de estar centrados y estar relajados. Por ejemplo, el verano es una época de mayor expansión y el invierno de mayor introspección; el domingo un día más familiar y de ocio que un lunes. Por ello, sin duda podemos referir que los ritmos son un método para reducir berrinches. Los berrinches se manifiestan por la falta de sueño, de las comidas irregulares y del exceso de actividad. Un niño pequeño es aún más sensible a estos desarreglos y se trastorna con pequeñas alteraciones de su rutina diaria, mostrándose más iracundo, hipersensible y propenso a rabietas. Si establecemos un ritmo regular, el niño aprenderá que hay un lugar indicado, un momento adecuado y un camino apropiado para cada cosa. Las agotadoras polémicas entre padres e hijos empezarán a desaparecer y la flexibilidad e imaginación del niño no se verán mermadas. Los ritos o rituales hacen que las rutinas se llenen de afectividad y sentido. Acompañar con rimas, versos o canciones el saludo matutino, el momento de acostarse y las comidas, resultan muy gratificantes y saludables a los niños, además de facilitar esos momentos, que muchas veces hoy día resultan conflictivos.
Las fiestas Waldorf son mundialmente reconocidas y celebradas en todos los colegios que llevan a cabo esta pedagogía. Si alguien piensa que las fiestas Waldorf son religiosas decir de antemano que está equivocado, “La Unesco tras el informe de la Comisión Internacional para la educación de 1995, propuso el sistema Waldorf como modelo educativo para el siglo XXI, por haber demostrado durante 100 años su adaptación a cualquier ENTORNO, CULTURA Y RELIGIÓN.”
En otoño celebramos la Fiesta de la Cosecha, y la Fiesta del Farol
En invierno celebramos la Navidad y el Carnaval
En primavera celebramos la Fiesta de la Liebrecita de Pascua y la Fiesta de las Palomas Blancas (pentecostés)
Cuentos, canciones, rimas, juegos de dedo, poesía…etc. Sin duda todos ello conforman un gran tesoro de aprendizaje y creatividad. Todo maestro debe tener en cuenta la importancia de todos estos recursos y trabajarlos con dedicación y entusiasmo cada día. Ahora bien no cualquier cuento, cualquier rima o poesía pueden ser transmitidas de cualquier forma.
En esta época, el arte de contar un solo cuento está en desuso, y es muy necesario para los niños. Tiene numerosos beneficios para el niño que le contemos un solo cuento, superando nuestra tendencia a contar uno tras otro. Nuestros niños actuales corren el riesgo de transformarse en consumidores compulsivos de imágenes externas, lo que merma su capacidad de generación de imágenes internas. (Tamara Chubarovsky)
Un cuento bien contado debe ser suficiente. A veces, los niños tienen la tendencia de pedir más y más, pero nosotros sabemos que un solo cuento cala más hondo y permite que esas imágenes se integren mejor. Comprendemos que vale más uno que cinco, pues el exceso de información logra que tras el quinto hayan olvidado el primero. Los niños se acostumbran muy pronto a ello y para nosotros será también más satisfactorio, ya que muchas veces seguimos contándolos con desgana. Si somos cuentacuentos de profesión, también debemos recordar que más vale calidad que cantidad. Muchas veces observamos que después de veinte minutos,
la sesión se transforma en tortura, tanto para los padres, como para los niños y el propio narrador.
Incluso el consumo de cuentos, a pesar de ser mejor que el de vídeos, es parte de la sintomatología de nuestra sociedad actual, la cual tiende a comprar a los niños muchos juguetes de usar y tirar en vez de unos pocos duraderos y elaborados con materiales nobles.
En casa Nido Semillas se trabaja con el mismo cuento durante dos, tres y hasta cuatro semanas, y los niños, lejos de aburrirse, tienen la oportunidad de ahondar en las imágenes y de impregnarse de ellas. La experiencia, a lo largo de los años de esta práctica, demuestra que cada día ese cuento les gusta más. A veces somos nosotros los que desde nuestra visión de adultos queremos variedad, porque la cultura del consumo nos hace creer que si no es así nos vamos a aburrir. Hoy día, con el bombardeo sensorial que proporciona la televisión, el ordenador, etc., cada vez les es más difícil a los niños el poder reposar en las calmadas imágenes de un cuento sencillo. Si un niño necesita exceso de variedad, si no soporta que se le repita un cuento, si analiza racionalmente su contenido tildándolo de mentira, si pide cuentos de acción porque estos le resultan infantiles, pues con más razón ese niño necesita a gritos de este tipo de cuentos. A través de ellos podemos conseguir que recupere su alma de niño, que pueda volver a sorprenderse con la inocencia propia de la infancia. Hay que ayudarle, contándolos de manera atractiva, con títeres e interacción. También es recomendable al principio elegir historias más cercanas a la temática habitual del niño, acercándonos a sus puntos de interés. No se puede aprender a leer bien y con gusto sin haber vivido, sin haber tenido una experiencia de gozar con la escucha de un adulto que lea al niño.
¿Por qué contar cuentos de hadas?
La fantasía no es mentir al niño, sin la fantasía no hay imaginación ni creación, sin fantasía no hay deliciosos sueños en la infancia.
Los cuentos de hadas ponen de relieve su función liberadora y formativa para la mentalidad infantil. “Todo cuento de hadas, es un espejo mágico que refleja algunos aspectos de nuestro mundo interno y de las etapas necesarias para pasar de la inmadurez a la madurez total, los cuentos de hadas son fuente inestimable de placer estético y de apoyo moral y emocional para la niñez”. (Dr.Bettelheim, psiquiatra infantil).
En la actualidad, el niño se ve amenazado por una formación intelectual precoz. Las consecuencias de esto redundan en el bienestar del ser humano adulto que se encuentra en gestación en el primer septenio de vida. Los cuentos de hadas son un valiosísimo legado del pasado que alimenta y protege la vida interior del niño. Este cuidado juega un papel crucial para poder aspirar a una vida adulta plena.
En siglos pasados, contar cuentos a los niños era incuestionable. Hoy algunos creen que los cuentos de hadas únicamente albergan falsedades. Comprender el sentido de los cuentos de hadas en la educación nos lleva a comprender de manera profunda la esencia del niño, y en consecuencia del ser humano.
Cada cuento de hadas expresa, de manera simbólica, una verdad que atañe al hombre. Las fuerzas humanas de percepción y sentimiento son alimentadas por las figuras arquetípicas de los cuentos –príncipes, reyes, princesas, magos-. Nuestras más puras fuerzas de crecimiento pueden, en la infancia, hermanarse con estas figuras. El auténtico contenido del cuento llega a profundidades tales que, incluso el adulto, tiene dificultad en comprender.
Los cuentos constituyen un fermento para nuestra vida anímica. Ellos enriquecen aquellas profundidades del alma desde donde más adelante nacerán nuestras esperanzas e ideales. Los distintos cuentos con imágenes completamente distintas cultivan con fuerza el alma del niño. Todos estos cuentos ponen en escena el gran drama de la humanidad.
Así pues, los cuentos de hadas ofrecen al niño un apoyo de inapreciable valor para toda su vida; le señalan el camino luminoso que habrá de recorrer durante su propia vida y le otorgan la fortaleza para afrontarlo.
Os dejamos otros artículos de interés acerca de la importancia de estos cuentos, son opiniones fuera del contexto Waldorf.
¿Por qué hacer rimas con movimiento, juegos de dedos y teatrillos?
Porque son un recurso fantástico para el desarrollo físico, emocional y cognitivo de los niños. Los niños necesitan movimiento, vínculos, lenguaje y experiencias reales, para madurar y para que su cerebro se prepare para aprender, esto no solo lo confirma desde hace más de 100 años la pedagogía Waldorf, sino también ahora la Neurociencia.
El contar pequeñas historias con nuestras manos ayudan al niño a conectarse consigo mismo y su cuerpo, favorecen el encuentro de calidad, con atención exclusiva entre el adulto y el pequeño, lo que es saludable, reconfortable y difícil de encontrar hoy día. Estas rimas son un gran activador del lenguaje, activando los hemisferios cerebrales de una forma saludable.
Como maestras, cada día las utilizamos en nuestro nido con los niños, nos acompañan en muchos momentos a lo largo de la jornada, nos ayudan a organizar los ritmos y las rutinas diarias, generando en nuestros niños alegría, bienestar, seguridad y confianza.
Dejamos un artículo de interés sobre la importancia de estos recursos pedagógicos.